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István Szászdi: “El Camino de Santiago es algo más que una peregrinación religiosa”
Daniel G. Rojo -
Profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Valladolid desde hace dos décadas, coordina el Simposio Internacional de Historia Comunera y dirige la revista ‘Iacobus’, de estudios jacobeos y medievales
Nacido en San Juan de Puerto Rico de padre húngaro y madre ecuatoriana, István Szászdi se licenció en Derecho en Navarra y se doctoró en la Universidad de Valladolid (UVa). Hace 22 años que enseña Historia del Derecho en la UVa, desde hace casi ocho en el campus de Segovia, labor que compagina con la coordinación del Simposio Internacional de Historia Comunera, cuya segunda edición se celebrará del 24 al 26 de marzo en Villalar, y la dirección de ‘Iacobus. Revista de estudios jacobeos y medievales’, una publicación que intenta “abrir” a todas las épocas y lugares relacionados con el Camino de Santiago.
Entre sus clases y la coordinación del simposio comunero, ¿tiene todo el tiempo que quisiera para dedicarse a la revista?
Estoy muy cansado, es la verdad. La publicación sigue en marcha gracias a su secretaria, María Jesús Galende, y a su tesorera, Carmen Martín Casas, que es mi mujer. Nuestra división del trabajo es casi familiar, elemental y muy dura. Conseguir ayudas y subvenciones es difícil. Cuesta mucho reunir los 8.000 euros que vale la revista, que edita el Centro de Estudios del Camino de Santiago, cuya sede está en mi casa porque no podemos permitirnos un local. Hemos tenido que poner incluso dinero de nuestro bolsillo para este último número, así que el futuro es muy incierto...
‘Iacobus’ tiene como subtítulo ‘Revista de estudios jacobeos y medievales’, pero en sus páginas pueden encontrarse temas relacionados con el Camino en la América posterior al descubrimiento o en la España actual. ¿Cuál es la filosofía de la publicación?
Todo el mundo que conoce la revista sabe que durante estos últimos años, José María Anguita [su anterior director] y yo quisimos abrir la revista a la cultura jacobea no solamente medieval, sino también del Nuevo Mundo, a cómo se celebra y se ha celebrado en el pasado Santiago en las fiestas, el folclore, la literatura... También hemos tratado de atraer a autores extranjeros, de sitios tan curiosos como Polonia, Suiza o Hungría, porque la revista era un fenómeno muy localizado, muy hispánico y muy limitado a Castilla y León. Lo que también hemos conseguido, con gran éxito, es que los portugueses se involucren en ella.
En la revista, además de grandes especialistas, también colaboran estudiosos jóvenes, que todavía no se han doctorado. ¿Es importante para usted incorporar savia nueva?
Sí, apostamos por los jóvenes valores que están empezando a trabajar en materias históricas, y tratamos de atraerlos al tema de Santiago, que es difícil, muy eclesiástico y se puede reducir prácticamente al ‘Códice Calixtino’ y a los parajes y hospitales del Camino. Queremos abrirlo a más cosas porque Santiago es universal y eso, por ejemplo, la Xunta de Galicia lo tiene muy claro.
Incluso ahora que el Camino se ha popularizado, ¿académicamente sigue siendo tan eclesiástico? ¿No atrae a más estudiosos?
Hay muchos prejuicios de índole ideológico y político que identifican el Camino con la tradición y con la religión. En el mejor de los casos, la progresía lo acerca a una especie de turismo ecológico, pero, a la vez, el Camino de Santiago es algo más que una peregrinación solamente religiosa. Hay muchos elementos, económicos, políticos, sociales, que se pueden estudiar. Si abrimos más el abanico y estudiamos la presencia de Santiago en el Nuevo Mundo a través de las fundaciones que se hicieron, adquiere todavía un nivel más universal.
El Camino, ¿sigue teniendo tanto eco en la América actual?
Hablando con el deán de Santiago, José María Díaz Fernández, supe que se había inaugurado un monumento en Sao Paulo (Brasil) y que había sido todo un acontecimiento. Desde que Paulo Coelho escribiera ‘La barca de piedra’, hay un número muy alto de peregrinos brasileños que tienen mucha curiosidad por vivir la experiencia, andar el Camino y conocer el arte y esas claves iniciáticas que tiene la ruta a través de sus santos lugares.
¿Han conseguido reflejar toda esa diversidad en la revista?
Debemos a Millán Bravo, que fue un auténtico intelectual, el haber fundado una revista con dificultades, porque este tema parecía que no tenía ningún futuro cuando hace más de diez años la creó. Nosotros hemos seguido su interés por atraer no sólo a un público especializado sino también altamente interesado en las cuestiones culturales. Dice el deán de Santiago que hemos llegado a superar a las pocas revistas que existen sobre cultura jacobea en este momento en España. Es una revista con mucho prestigio, pero con grandes dificultades de supervivencia.
¿Cómo llegó a dirigirla?
Publicar una revista sin el soporte de una institución pública o privada es una gran carga más que un bonito mérito. José María Anguita lo heredó de su maestro, pero, por una circunstancia muy dolorosa, tuvo que abandonar nuestra universidad por ser leal a Millán Bravo. Yo entonces era secretario de la revista y al final, por descarte, terminé como responsable, responsabilidad que he compartido con familia y amigos.
El Camino de Santiago, ¿está tan bien estudiado como explotado turísticamente?
No, y tampoco creo que esté explotado justamente porque como los políticos y ediles locales no cuentan con una formación normalmente muy sólida en estos menesteres, tienen una idea muy infantil y superficial del Camino. Al desconocer la historia, desconocen la profundidad y la importancia de los hechos que marcan las piedras y a la gente con una carga fundamental para nuestra identidad. Hace poco, una importantísima fundación de Castilla y León se contentaba para este Año Santo con hacer un concurso de dibujo para escolares. Yo me llevaba las manos a la cabeza al pensar que ellos consideraban que ésa era su aportación para el Camino. La forma como se maneja nuestro turismo cultural no es la adecuada.
¿En qué sentido?
Debería haber más información, tanto para el visitante como para los promotores de un plan a la hora de promocionar el Camino. En Santervás de Campos se está promocionado a la vez el Camino y un cementerio nuclear. Y eso está equivocado, aunque el alcalde esté luchando para salvar su pueblo de la desaparición, porque por eso lo hace. O aceite o vinagre, una de dos, pero no puedes hacer las dos cosas a la vez. Ése es el punto flaco del Camino, por un lado se abren hospitales para peregrinos, que está muy bien, y por otro lado se invierte en industrias y obras públicas, pensando en el bien del pueblo y en mantener puestos de trabajo, que dañan el entorno y el ambiente natural e histórico. Eso trae consecuencias, porque hace menos atractivos los parajes. Lo que hay que potenciar es que el Camino de Santiago no es sólo una comunión con la naturaleza sino algo atemporal, que nos une con nuestra cultura más remota. El Camino de Santiago, más que un camino religioso, es un camino cultural. Tiene una maravillosa excusa religiosa, pero también elementos que han sido sincretizados de un pasado muy remoto, a veces ni siquiera cristiano. Es algo que nos unió a los europeos por primera vez en la alta Edad Media y que nos une a todos los hombres con un poco de sensibilidad no sólo de Europa sino del mundo.
Y eso, ¿se ha comprendido o la visión del Camino sigue siendo superficial?
Creo que no. Muchas veces el peregrino, aunque quiera, no puede profundizar a su paso por los diversos parajes. El rasgo más bonito del Camino, a su paso por Castilla y León, es la acogida de las gentes. Y eso es algo que no está subvencionado, nace del pueblo y de esa herencia milenaria que tiene la ruta. Hay elementos romanos, celtíberos, visigodos y suevos mezclados con las creencias de los francos... y otras muchas cosas que están en el Camino, pero que no se explican a nadie y que muchas veces pasan desapercibidas. Por eso, nuestra lucha en la revista es buscar nuevos temas, atractivos...
Nacido en San Juan de Puerto Rico de padre húngaro y madre ecuatoriana, István Szászdi se licenció en Derecho en Navarra y se doctoró en la Universidad de Valladolid (UVa). Hace 22 años que enseña Historia del Derecho en la UVa, desde hace casi ocho en el campus de Segovia, labor que compagina con la coordinación del Simposio Internacional de Historia Comunera, cuya segunda edición se celebrará del 24 al 26 de marzo en Villalar, y la dirección de ‘Iacobus. Revista de estudios jacobeos y medievales’, una publicación que intenta “abrir” a todas las épocas y lugares relacionados con el Camino de Santiago.
Entre sus clases y la coordinación del simposio comunero, ¿tiene todo el tiempo que quisiera para dedicarse a la revista?
Estoy muy cansado, es la verdad. La publicación sigue en marcha gracias a su secretaria, María Jesús Galende, y a su tesorera, Carmen Martín Casas, que es mi mujer. Nuestra división del trabajo es casi familiar, elemental y muy dura. Conseguir ayudas y subvenciones es difícil. Cuesta mucho reunir los 8.000 euros que vale la revista, que edita el Centro de Estudios del Camino de Santiago, cuya sede está en mi casa porque no podemos permitirnos un local. Hemos tenido que poner incluso dinero de nuestro bolsillo para este último número, así que el futuro es muy incierto...
‘Iacobus’ tiene como subtítulo ‘Revista de estudios jacobeos y medievales’, pero en sus páginas pueden encontrarse temas relacionados con el Camino en la América posterior al descubrimiento o en la España actual. ¿Cuál es la filosofía de la publicación?
Todo el mundo que conoce la revista sabe que durante estos últimos años, José María Anguita [su anterior director] y yo quisimos abrir la revista a la cultura jacobea no solamente medieval, sino también del Nuevo Mundo, a cómo se celebra y se ha celebrado en el pasado Santiago en las fiestas, el folclore, la literatura... También hemos tratado de atraer a autores extranjeros, de sitios tan curiosos como Polonia, Suiza o Hungría, porque la revista era un fenómeno muy localizado, muy hispánico y muy limitado a Castilla y León. Lo que también hemos conseguido, con gran éxito, es que los portugueses se involucren en ella.
En la revista, además de grandes especialistas, también colaboran estudiosos jóvenes, que todavía no se han doctorado. ¿Es importante para usted incorporar savia nueva?
Sí, apostamos por los jóvenes valores que están empezando a trabajar en materias históricas, y tratamos de atraerlos al tema de Santiago, que es difícil, muy eclesiástico y se puede reducir prácticamente al ‘Códice Calixtino’ y a los parajes y hospitales del Camino. Queremos abrirlo a más cosas porque Santiago es universal y eso, por ejemplo, la Xunta de Galicia lo tiene muy claro.
Incluso ahora que el Camino se ha popularizado, ¿académicamente sigue siendo tan eclesiástico? ¿No atrae a más estudiosos?
Hay muchos prejuicios de índole ideológico y político que identifican el Camino con la tradición y con la religión. En el mejor de los casos, la progresía lo acerca a una especie de turismo ecológico, pero, a la vez, el Camino de Santiago es algo más que una peregrinación solamente religiosa. Hay muchos elementos, económicos, políticos, sociales, que se pueden estudiar. Si abrimos más el abanico y estudiamos la presencia de Santiago en el Nuevo Mundo a través de las fundaciones que se hicieron, adquiere todavía un nivel más universal.
El Camino, ¿sigue teniendo tanto eco en la América actual?
Hablando con el deán de Santiago, José María Díaz Fernández, supe que se había inaugurado un monumento en Sao Paulo (Brasil) y que había sido todo un acontecimiento. Desde que Paulo Coelho escribiera ‘La barca de piedra’, hay un número muy alto de peregrinos brasileños que tienen mucha curiosidad por vivir la experiencia, andar el Camino y conocer el arte y esas claves iniciáticas que tiene la ruta a través de sus santos lugares.
¿Han conseguido reflejar toda esa diversidad en la revista?
Debemos a Millán Bravo, que fue un auténtico intelectual, el haber fundado una revista con dificultades, porque este tema parecía que no tenía ningún futuro cuando hace más de diez años la creó. Nosotros hemos seguido su interés por atraer no sólo a un público especializado sino también altamente interesado en las cuestiones culturales. Dice el deán de Santiago que hemos llegado a superar a las pocas revistas que existen sobre cultura jacobea en este momento en España. Es una revista con mucho prestigio, pero con grandes dificultades de supervivencia.
¿Cómo llegó a dirigirla?
Publicar una revista sin el soporte de una institución pública o privada es una gran carga más que un bonito mérito. José María Anguita lo heredó de su maestro, pero, por una circunstancia muy dolorosa, tuvo que abandonar nuestra universidad por ser leal a Millán Bravo. Yo entonces era secretario de la revista y al final, por descarte, terminé como responsable, responsabilidad que he compartido con familia y amigos.
El Camino de Santiago, ¿está tan bien estudiado como explotado turísticamente?
No, y tampoco creo que esté explotado justamente porque como los políticos y ediles locales no cuentan con una formación normalmente muy sólida en estos menesteres, tienen una idea muy infantil y superficial del Camino. Al desconocer la historia, desconocen la profundidad y la importancia de los hechos que marcan las piedras y a la gente con una carga fundamental para nuestra identidad. Hace poco, una importantísima fundación de Castilla y León se contentaba para este Año Santo con hacer un concurso de dibujo para escolares. Yo me llevaba las manos a la cabeza al pensar que ellos consideraban que ésa era su aportación para el Camino. La forma como se maneja nuestro turismo cultural no es la adecuada.
¿En qué sentido?
Debería haber más información, tanto para el visitante como para los promotores de un plan a la hora de promocionar el Camino. En Santervás de Campos se está promocionado a la vez el Camino y un cementerio nuclear. Y eso está equivocado, aunque el alcalde esté luchando para salvar su pueblo de la desaparición, porque por eso lo hace. O aceite o vinagre, una de dos, pero no puedes hacer las dos cosas a la vez. Ése es el punto flaco del Camino, por un lado se abren hospitales para peregrinos, que está muy bien, y por otro lado se invierte en industrias y obras públicas, pensando en el bien del pueblo y en mantener puestos de trabajo, que dañan el entorno y el ambiente natural e histórico. Eso trae consecuencias, porque hace menos atractivos los parajes. Lo que hay que potenciar es que el Camino de Santiago no es sólo una comunión con la naturaleza sino algo atemporal, que nos une con nuestra cultura más remota. El Camino de Santiago, más que un camino religioso, es un camino cultural. Tiene una maravillosa excusa religiosa, pero también elementos que han sido sincretizados de un pasado muy remoto, a veces ni siquiera cristiano. Es algo que nos unió a los europeos por primera vez en la alta Edad Media y que nos une a todos los hombres con un poco de sensibilidad no sólo de Europa sino del mundo.
Y eso, ¿se ha comprendido o la visión del Camino sigue siendo superficial?
Creo que no. Muchas veces el peregrino, aunque quiera, no puede profundizar a su paso por los diversos parajes. El rasgo más bonito del Camino, a su paso por Castilla y León, es la acogida de las gentes. Y eso es algo que no está subvencionado, nace del pueblo y de esa herencia milenaria que tiene la ruta. Hay elementos romanos, celtíberos, visigodos y suevos mezclados con las creencias de los francos... y otras muchas cosas que están en el Camino, pero que no se explican a nadie y que muchas veces pasan desapercibidas. Por eso, nuestra lucha en la revista es buscar nuevos temas, atractivos...

Rubén Cacho / ICAL
István Szászdi, profesor de Historia del Derecho de la UVa en el Campus de Segovia y director de la revista Iacobus
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